lunes, 30 de julio de 2007

El Embalaje, Objeto Gráfico Multifuncional (Joan Costa)

“Packaging” es un término que engloba todos los elementos que integran la protección, transporte y presentación de los productos con el fin de asegurar su llegada íntegramente de la fábrica al supermercado y a las manos del comprador. Y también para hacer esos productos bien visibles, atractivos, seductores.

Packaging, envases y embalajes

Packaging es un término universal que designa todo el conjunto de elementos que constituyen la protección y la presentación de los productos, sean artesanos o industriales. Desde los contenedores líquidos, fluidos, grasas (envases) y los que contienen sólidos, polvos u objetos (embalajes, empaquetado) hasta los que sellan o separan cada unidad dentro de un contenedor (envoltorios, etiquetas, precintos), todos ellos se incluyen en el término packaging.

De todos modos cabe distinguir los envases -envasar, poner en vasos- y los embalajes
-que viene de empaquetar (empaques) o de embalar (formar “balas” con productos sólidos)-.

La parte concerniente al envasado, el conjunto de envases industriales de cristal, plástico, cartón, metal, etc., etc., son en su aspecto funcional y creativo, obra del diseño industrial, del diseñador de objetos, el ergónomo, el químico y el técnico en materiales. Pero estos contenedores, tanto si son diseñados expresamente para distinguir un producto: Coca Cola, Perrier, etc., como si son estándares: yogures, aguas minerales, aerosoles, tetra brik, tubos, botes de pinturas, latas de conserva, etc., siempre necesitan la colaboración del diseñador gráfico, quien se ocupará de incorporar a ellos la marca, los grafismos, colores, textos e ilustraciones.

Los que podemos llamar propiamente embalajes, o empaques gráficos, son aquellos producidos totalmente por la industria gráfica: estuches y cajas de cartón, etiquetas, envoltorios, precintos, folletos relativos al uso del producto que se incorporan a los embalajes.

De cualquier modo, pues, el packaging incumbe al diseñador gráfico. Y tal disciplina de diseño se enmarca claramente en el diseño publicitario, pues si el trabajo del diseñador industrial de envases es básicamente el de asegurar la conservación y seguridad de los productos dentro de sus contenedores, el trabajo del diseñador gráfico es esencialmente publicitario. Su tarea principal consiste en identificar el producto-marca, diferenciarlo de sus competidores, hacerlo altamente visible en el punto de venta, incorporarle valores de seducción y de información. Y también diseñar series, líneas o familias de productos, es decir, diseñar “programas”. El soporte del diseño gráfico es, pues, siempre, la superficie del impreso o del objeto, las partes de su contorno destinadas a la identificación, a la información gráfica.
La importancia del envase y del empaque o del embalaje, no está hoy tanto en sus propias funciones de proteger y conservar el producto para facilitar su transporte de la fábrica al lugar del consumo, sino que prevalece sobremanera su aspecto publicitario y su imagen de marca. Lo que pone el packaging en primer plano es hoy la gran maquinaria mediática: la gran mayoría de los productos se muestran en los medios audiovisuales con su envase o su embalaje, tal como los reconoceremos en el punto de venta, en el lineal del supermercado. Este fenómeno, que ha incorporado una nueva función del packaging: su fotogenia, su necesidad de percepción inmediata y reconocimiento instantáneo en la pantalla del televisor, ha significado una exigencia de mayor contundencia visual, mayor impacto, pregnancia y capacidad de memorización (presencia mental). Lo cual obliga a un mayor rigor del diseñador gráfico, donde la sencillez, la claridad y la máxima expresividad constituyen la regla de oro del packaging moderno.

En la práctica, es bastante frecuente que cuando el producto debe aparecer unos pocos segundos en el anuncio televisivo, las agencias de publicidad tienen que retocar los embalajes demasiado cargados de elementos, suprimiendo cantidad de ellos para hacerlos más limpios, concretos y pregnantes. La escasez de tiempo no permite captar un mensaje demasiado completo o cargado de cosas. He aquí una lección que los diseñadores gráficos tienen que aprender, pues no es lo mismo tomar el producto en la mano en el supermercado y verlo con detalle por todas sus caras, que ver este mismo embalaje ¡pero no más de tres segundos! en la pantalla del televisor. En este sentido, el mejor embalaje es aquel que funciona como un cartel, esto es, para ser visto incluso distraídamente, en la calle y andando al paso o en automóvil.

Cada vez más, una de las primeras funciones del diseñador de packaging es luchar contra la complejidad del entorno visual, plagado de estímulos y contra el tiempo: el mensaje se requiere instantáneo.

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